Monday, March 05, 2007

Pis and Freud
La Dama del Psicoanálisis me preguntó: ¿Por qué viniste?
“Porque me hago pis en la cama”
La Dama del Psicoanálisis no acusó recibo de mi prepotencia con pañales y siguió tocando su partitura.
Yo por aquella época no acertaba una nota ni de lástima.

Nuestro primer encuentro fue un round memorable.

Imagino que debió sacarle punta a sus técnicas mientras mi ego se pavoneaba del invicto que arrastraba.
Ataqué y se defendió con altura.
Atacó y me defendí como pude.
Un descuido a diez minutos de terminar la segunda sesión y una luz buchona desnudó una rajadura de mi caparazón.
"Me gusta escribir" le confesé.
La Dama del Psicoanálisis encontró la cerradura y comenzó a masticar mi costado blando.

Recuerdo que me dijo que al final había resultado un tierno.

Recuerdo que le dije que no me rompa las pelotas.

Ella por mí renunció a sus honorarios y yo por ella renuncie a mi plan perpetuo de auto boicot.
Empezó algo entre nosotros que hizo que mi simpatía por ella se mudara al barrio de los afectos.
Entiendo que ella no se haya movido de su dirección (su matricula profesional no se lo permitiría jamás)
Una tarde de noviembre hizo llover sobre mí un linchamiento con vocación, de esos que ni se tutean con la piedad.

“¡Sos un cagón!”
“Te vas a jubilar detrás de un escritorio”
“No te haces cargo de tu talento”
“Empezá a moverte o firmamos acá nomás el certificado de defunción de tus sueños”


Como pude gané la calle, hice un llamado telefónico y pedí trabajo en una revista.
Luego de cortar le mande un mensaje a La Dama del Psicoanálisis diciéndole: GRACIAS
A la semana estaba publicando una nota que llevaba colgada mi firma.

Creo que por estos días estoy escribiendo más y mejor.
Mucha gente esta dejando caer sobre mi elogios y gestos desmedidos
pero ya no escupo el puré que alimenta mi ego.
Disfruto de ver bien a los que disfrutan de verme bien.
Incluso la sal de una sonrisa esta secándome las ampollas del desamor.

“Anoticiame de tus éxitos” me dijo por teléfono la última vez que hable con La Dama del Psicoanálisis.

Yo no estoy para eso. Me da vergüenza.
Pero si para escribir algún día en algún lugar que La Dama del Psicoanálisis además de ser una Mujer de Diseño Exclusivo sabe hacer bien su trabajo.
Creo que lo acabo de hacer.
Sobre periodismo, cerveza y papas fritas
Escena uno
Treinta grados en capital federal es un suplicio y yo caminando a las tres de la tarde esquivando sol y gente. Entro al lugar donde tenía que preguntarle a una persona sobre vinos y el aire acondicionado me hace recuperar el ritmo normal de mis pulsos. Estas son las jodidas trampas del confort me digo para mí. Un aparato eléctrico empieza a tener una importancia desmedida en tu vida y no podes escaparle. Pienso que sería más divertido llenar baldes de agua en la canilla de alguna casa chorizo y refrescarse jugando con un vecino como solía hacer de chico. El problema es que no tengo un balde de agua, este piso lujoso no tiene nada parecido a una achura y principalmente ya no soy un chico. Acá vine para otra cosa y vuelvo a la horrible responsabilidad de un adulto, inmaduro, pero adulto al fin.
Ella terminó de hablar y yo termine de poner cara de que me interesaba lo que me contaba. Gracias por todo. Esperá, tomá estas dos botellas de vino de regalo y pasame la dirección de tu casa así la bodega te envía más. Si si ¡Anotá! Bueno, por fin esta bosta del periodismo empieza a ponerse interesante. Así que vuelvo a las calles infernales del centro con un agregado de dos litros envasados con fina etiqueta y una sonrisa colgada abajo de la nariz.
Me quería comprar un libro así que encare para una de esas ferias de plaza que me gustan mucho. No la parte de los hippies y sus artesanías del orto, sino la parte de los libros y los discos. No hay nada mejor que encontrar un buen titulo usado. Una vez hallado el tesoro emprendo la marcha de nuevo y para mi sorpresa entendí porque la naturaleza es sabia. Justo enfrente a la plaza un bar. Y una mesa en una vereda sombreada por árboles que parecía decirme: Pelotudo ¿Que estas esperando?
Una fresca. No importa la marca. La más fría que tengas. Empecé a beber y a hojear el libro y me di cuenta que no necesitaba más nada en el mundo, salvo algún gesto de amor o una pelota de fútbol, quizás. Era un tiempo de disfrute tamaño elefante. Otra por favor, ah, y una porción de papas ¿Puede ser? La bebida se adelantó y mientras andaba a los abrazos con el vaso aprendí que la palabra recuerdo viene del latín re-cordis, que quiere decir volver a pasar por el corazón. Me pareció una palabra hermosa, y a partir de ese momento, paradójicamente, tenia que pensar dos veces en quien pensar o que recordar porque era algo muy valioso, uno bañaba con sentimientos cada imagen, así que no era cosa de pensar en cualquiera, había que administrar los recuerdos, pero por suerte me cayó una gota de luz que me hizo ver que de eso ya se encarga el cuore, el sabe de quien acordarse y a quien archivar en el altillo. Esa revelación me dejó más tranquilo y tres segundos después las papas llegaron y me sirvieron de excusa para tener al mozo cerca y pedirle otra cerveza.
Gorda combinación la de las papas y la cerveza pensé. Sería bueno que a alguien se le ocurriera usarlo de piropo alguna vez. “Estas más buena que las papas con cerveza” Pero donde encontrar un cráneo brillante que compare a una persona con algo tan delicioso y placentero. Y más difícil aún, donde encontrar una persona merecedora de tal halago y que encima comprenda la magnitud del mimo verbal. Cuesta arriba y pedaleando mal pareciera a primera vista, pero no. Yo conozco unas piernas que darían con el talle pero mejor en vez de extrañar me dedico al trago que se va a calentar. Le preste mi mejor beso al vidrio y di vuelta la página.

Escena dos
Otra entrevista pero esta vez a alguien medianamente conocido. Solo quedaba hacer unas fotos en La biela, una coqueta confitería de Recoleta donde va la gente forrada de guita y seca de magia. Entrando al ascensor para ganar por fin la calle el viejo famoso me regala un reloj. Bueno gracias. ¿Esto será costumbre? ¿Cuando me van a mandar a hacerle una nota al Señor Fernet Branca? Terminadas las fotos el protagonista me invita a mí y al fotógrafo a tomar algo. Linda tarde de nuevo. En vez de estar en una oficina el titiritero de mi destino me sentó al solcito, en una de las veredas más paquetas de Argentina, todo mechado con señoritas muy sofisticadas y agraciadas alrededor y anécdotas no publicables de Maradona y Caniggia. Para muchos esto debe ser la felicidad perfecta. Yo no la quiero. Me fui a la redacción, pero antes no pude evitar una parada en una banqueta de plaza para escribir algunas boberas en un anotador. Dos adolescentes de colegio privado que seguramente se aburrieron de pasar el día mandando mensajes de texto estaban sentadas en una paresita a dos metros mío. Se codeaban todo el tiempo y compartían risas cómplices. Una me hacia señas como queriendo decirme algo sobre su amiguita. Sospecho que eso de estar solo en una plaza escribiendo garpa. A una nena se le puede ocurrir que soy un alma sensible que escribo poesía inspirado en una señorita que no me corresponde y que es la responsable de que no me peine ni me afeite. No mi amor, solo soy un tipo roñoso que no dudaría un segundo en aconsejarte que pongas el guiño y dobles en la primer esquina. Las chicas insistían en eso de hacerse las atrevidas pícaras así que guarde el anotador y la birome en la mochila y me levante buscando con la mirada algún bondi conocido. ¿Será que no me gusta gustar? No creo, me parece que me gusta pero en todo caso lo disimulo bastante bien.

Escena tres
Sentado en la redacción de una revista grasa un tipo gordo con cara de querer parecer inteligente hasta cuando mea me dice: vos que sos el especialista en deportes… ¿Sabes en que categoría juega Español? Lo miré como quien acaba de enterarse que es adoptado y antes de contestarle recordé, o mejor dicho, volví a pasar por el corazón a aquella cerveza con papas fritas.

Thursday, March 01, 2007

Amor
"Mi cabeza ya era una procesión vikinga, agarré a un amigo y le dije: No llego ni al bondi, sacame de acá..." En eso entra El turco. Se acerca. Me mira como quien hecha la última ojeada antes de tirar la cadena y se fuma el último trago de mi vaso.
Nunca suelo cocorear gratis, pero El turco se sentía particularmente fuerte esa noche. Erré el primer intento. Fue demasiada ventaja.
Él no perdonó y mi cuerpo provocó una estampida de sillas... desparramado en el piso logré respirar. Unas luces amarillentas ensayaban una coreografía maldita en el techo y se empecinaban en desvanecer los rostros curiosos.
La ayuda no tardó en llegar, me pusieron de pie, pero mi dignidad quedó en el piso bailando en un charco de sangre. Es increíble como las circunstancias se alegran al recordarme que aún no existe juego en el que pueda salir hecho.
De un brazo me llevaron a la calle. Un cuida coches contaba monedas pero mi presencia le pareció más interesante. Me insultó la manera en que su vista tiró el ancla en mí. Seguro mi boca debía ser un espectáculo digno de ver. El aire fresco me trajo la figura de mi maestra de tercer grado. Quise estar en cama enfermo.
Uno de ochenta por favor y agradecí a Dios que el chofer haya entendido y no tuviera que repetirlo. Los vidrios no hacían más que seguir empañando la noche mientras mi cuerpo trataba de acomodarse. No me salía ni rascarme pero reconocí aquellas rejas de un negro oxidado que alguna vez brilló. ¿Tenía el suficiente valor para bajarme? ¿Cómo hacer para que este colectivo del infierno detenga su marcha? ¿De dónde sacar las palabras que le digan que ya no vivo?
En una mala película el protagonista hubiera bajado y después del timbre ella le diría que lo estaba esperando y la cama y los veladores y las botas y las fotos serían testigos del mejor sexo que la humanidad haya experimentado jamás entre un hombre y una mujer. Pero esto era otra puta cosa.

* Homenaje a un viejo tema, muy viejo ya.
Chocolates chocolates y chocolates
Nunca me alcanza la plata, será porque no se hacer bien los deberes o porque directamente no los hago. La cosa es que mi amigo Bruno siempre me tira un centro a la olla para ganarme unos morlacos adicionales. Se tratan de encuestas pagas en donde uno tiene que responder preguntas sin sentido y básicamente mentir, o sea, lo más parecido a una entrevista de trabajo. Así que por cincuenta mangos me convierto en otra persona con el mismo nombre. Paso a ser un profesor de Educación Física (¿Justo yo?), que toma mucha gaseosa y bebidas energizantes y aguas saborizadas y todos inventos siniestros del mismo estilo, y principalmente que come mucho chocolate, pero mucho.
Llego al lugar de la cita y no me gustó la chica que me recibió y note que a ella tampoco le guste. Sospecho que no doy con el típico consumidor de chocolates y se dio cuenta.
Me entregó con recelo una planilla para completar y las preguntas eran increíblemente absurdas. “¿Cuantas veces por semana consume gaseosas Light?” “¿Cuantas veces por semana consume helados de chocolate?“ “¿Cuantas veces por semana se pega un raquetazo de milonga?” Bueno, la última es mentira, pero todas preguntas sobre mis hábitos y costumbres, que si hubiese sido sincero tendría que haber llenado todos los casilleros de NO, pero como yo estaba para otra cosa tuve que responder SI a todo.
Me hicieron pasar a una oficina con siete tipos más y empezaron las preguntas sobre chocolates, y la verdad que si hay algo de lo que no se en mi vida es de logaritmos y chocolates, porque lo mío es sin dudas meterme otra cosa en el cuerpo. En este tramo del viaje comenzó mi sorpresa. Estas personas hablaban con PASIÓN sobre chocolates, sabían todas las clases y tamaños, sus procesos de producción, precio al público, años en el mercado y hasta el color de cada envoltorio y a eso sumale modos amanerados para hablar, todos preocupados por caer simpático, por parecer ingenioso, por destacarse… ahora quizás comprenda mi desmesurada suerte con las señoritas porque si este es un catalogo de hombres yo tampoco dudaría en elegirme a mi para llevarme a la cama (ahora solo faltaba entender porque ellas no tenían suerte conmigo). Pero este hallazgo no fue demasiado importante. Mi preocupación era otra. No podía hacer otra cosa que no fuese pensar en ese espejo grande que había en aquella habitación. Estaba seguro que nos estaban filmando, que había una pieza contigua con una cámara y un equipo de señores en traje estudiando nuestras opiniones…y ahí estaba el problema porque ya había pasado cuarenta minutos y yo sin emitir sonido alguno, ni siquiera un pedo insolente o un eructo con vocación. Hasta que la dama que presidía el interrogatorio me clavó los ojos y me dijo: Gastón ¿Que buscas en un chocolate? DANGER. ¡Que se yo que busco en un chocolate! ¡Si ni siquiera me gustan! Pero tenía que decir algo rápido, y por esas casualidades con causa me acorde que alguna vez leí por ahí que comer chocolate a uno lo hace feliz. Así que solo pude decir: FELICIDAD, CUANDO COMO UN CHOCOLATE QUIERO SENTIR FELICIDAD… COMO UN BESO, O ALGO ASÍ….silencio incomodo. Hice un paneo por las caras de estos tipos tiernos y todos me miraron como quien ve un leproso tocando la guitarra. La tipa me miró un rato más y empezó a reírse y a tomar notas con ganas…uff, otra vez me salvó la literatura pensé y volví a mirar ese espejo hijo de puta.
Antes de las dos horas nos dejaron libres pero antes nos dieron una bolsa llena de… ¡Chocolates! Serian dos kilos de cosas marrones y dulces y la verdad que pensé en decirle, no gracias, pero había prometido llevar a la oficina algunos bocaditos. Con la guita en el bolsillo me di cuenta que estaba cerca de una galería de Flores en donde venden remeras que me gustan, así que en menos de quince minutos troqué mis mentiras por un pedazo de tela con inscripciones obscenas. Eso me puso de buen humor y me dieron ganas de decirle a una mujer que era hermosa, más no sea por celular, y hacerlo me puso mejor todavía porque nunca lo diría sino fuera cierto. La existencia de una mujer hermosa siempre es una bendición, aunque este muy lejos o sea la novia de tu padre o el mismismo diablo…es un precio caro pero vale cada moneda.
Llegue a la estación y un racimo de oscarcitos andaban cirujeando bastante divertidos, se las arreglaban para mojarle la oreja a la miseria y eso esta más que bien. Quizás los chocolates funcionen como propina pensé, así que les regale toda la choco – mercancía. Uff, las risas de esos pibes me inflaban la alegría a baldazos mientras trataba de hacerles entender que no tenían que darme las gracias, que el que estaba en deuda para siempre con ellos era yo, porque verlos contentos fue lo mejor de mi día. Me despedi de mis sobrinos de turno y al poco rato de subir al tren pensé: Ya tienen los chocolates… ¿Pero quien se encarga de los mimos? En ese momento Dios se hizo el pelotudo y para salir del paso salvó a una vieja distraída de ser atropellada en Nazca.

FIN (por suerte ¿no?)

Monday, February 26, 2007

Cursi
Después del último impacto lo primero que hice fue asegurarme de estar vivo. Golpe por acá, otro más allá, giros sin control y por fin la calma, el silencio... ¿La muerte? Eso era lo que tenía que chequear cuanto antes, no por mí, porque de última me sentía mejor que unos segundos atrás cuando todo era un gran simulador de vértigo, como esos de los parques de diversiones, pero si por los demás, por aquellos que están dentro de mi exageradamente pequeño circulo de los que amo.
Si, estaba vivo. Arriba de mi pobre auto lastimado, después de la golpiza que le propinó mi imprudencia idiota. El segundo paso era saber si tenía todo en su lugar, me mire las piernas y allí estaban, donde debían estar. Las moví de inmediato para sacarme de encima ese pánico fantasioso que es imaginar que uno pudo haber quedado paralítico o algo así. Estaba igual de cómo había subido pero con una bronca padre. Ah, casi me olvido, como me pasa siempre con las cosas importantes, el cinturón de seguridad fue clave para no tener que juntar mi materia gris con cucharita de postre (por favor, solo les pido que no dejen pasar por alto este detalle del cinturón, es lo único importante de todo este humilde relato. Gracias).
Mi ángel caído me tiro un salvavidas con forma de suerte y nadie salió fallado de todo este pijazo made in Gastón. Si me tengo que dejar llevar por lo que dice la gente volví a nacer un 17 de febrero de 2007. Pero como nunca lo hice seguiré festejando los cumpleaños cada 28 de marzo.
Un párrafo aparte para mi vehículo. Lo imagino como un Titán de hierro que me abrazo para protegerme de los castigos. El solito se llevó la peor parte, inclusive si hoy giro la llave del tambor va a arrancar como si nada y me va a llevar adonde le pida. Ni un perro adoptado sería tan fiel como mi viejo Regatta. A la única estampita a la que le rezaría seria a la que venga con una imagen de él.
Después de los reproches personales que me hice por preocupar a los habitantes del Ghetto de mi interés, siguió lo clásico, que es imaginar que hubiese pasado si en vez de hacer tal cosa hubiese hecho tal otra. Un gastadero de tiempo al pedo, pero no se puede evitar. Entonces pensé en las copas de más que bebí con mis amigos un rato antes de subirme al auto, y hasta me llegué a preguntar si no fue una burla del que maneja los hilos que yo haya rechazado, de manera muy cortés, eso hay que aclararlo, la propuesta de quedarme en un departamento del centro a dormir porque “vos en ese estado no podes manejar”.
Mi negación se debió fundamentalmente a que el departamento tenía “dueña” y no “dueño” y la verdad que el alcohol no fue lo suficientemente atontador para que no me diera cuenta de las intenciones que tenía la anfitriona para conmigo.
“No te ofendas pero me espera mi cama y además mi tapita con premio esta lejos y no tiene sucursales en Capital”.
La chica me miró con cara de “este no es el tipo que yo conocía” y creo que me dijo algo sobre lo que me perdía o una frase parecida, a la que no le preste demasiada atención porque me interesó más empezar a despedirme de mis camaradas etílicos.
Pasó un rato, pasó el ruido a chapa masticada, pasó el olor a goma quemada y pasó la burocracia de los papeleos propios de un choque automovilístico.
Mientras esperaba la grúa para volverme a casa pensé muchas cosas y varias veces se me cruzó la idea de avisarle a alguien que acababa de estrolarme en una autopista pero preferí no preocupar a nadie y hacerme cargo yo solo de mi estupidez trasnochada.
Un tipo hace lo que siente y termina remolcado pensé. Y que tiene de malo después de todo. Mi bragueta ya no se rifa como antes y mi corazón hace rato que se mudo y atiende en otro lado. Esto me pasa porque ya estoy viejo, pero principalmente porque me volví cursi. Acá el tema era contar una historia sobre como el destino me dejó agarrar la sortija para regalarme otra vuelta en esta calesita mareada que es la vida y de paso darle un changüí a mi vicio de escribir. Pero últimamente tengo muchas goteras y se me filtra una visión bastante empalagosa de las cosas.
Creo que todo lo que sucedió tiene un sentido, el cual es que seria una pena que justo ahora que por fin estoy perdido por una señorita la muerte sea la que me encuentre ¿O no?
Vacaciones
A metros del mar
me di cuenta que la chica que estaba conmigo me gustaba cada vez más
y las chicas que no estaban conmigo me gustaban cada vez menos.
Una mesa
cervezas
un periodista
un fotógrafo
una señorita que no paraba de hablar ni cuando estornudaba
unas extras de mala película clase jota
unas líneas mías en donde el acento de la palabra Gastón era lo único que no me daba vergüenza
y a mi derecha por fin la única persona interesante de sonrisa solar y espalda campeona.
Le dije: “Esto es una mierda. Soy un ladrón”
La muy descarada coincidió conmigo y nos reímos los dos.
El mejor elogio de cualquiera me caía peor que el agravio más ponzoñoso de Ella.
Estaba frito, sin limón
y con el aceite recalentado que sobró de la milanga de anoche.
Arriba las manos
esto es un asalto
y se llevó mi armadura que espantaba modales y sentimientos.
Le di ternura desnudo y me dejo de regalo un horizonte
que vestía sus ropas
y caminaba sus pasos.

Hice sacrificios con pseudónimos para despistar pero mi fama me descubrió y comenzaron los reproches
a los que enmanteque prolijamente para pasármelos por el culo
antes de subir al escenario para celebrar mi corazón último modelo.

Si mi valor me fiara tendría que decirle que es la dueña de todas mis ganas.
No creo que me anime.
O tal vez ya lo hice.
Tendrían que preguntarle a mis huevos o a
Ella.

Punto final

Monday, October 23, 2006


La chica con el blog más lindo de la Web
Hay demasiados momentos en que no me siento bien (¿Por que tantos? Díos!), que pienso en la derrota perpetua y que imagino a mi lucidez olvidada por ahí, después de una de mis habituales borracheras impúdicas en las que me convierto en un mono bruto. Pero también hay otros, escasos ratos, instantes extremadamente raros en que a uno lo invade un deseo ajeno de mejorar, de cambiar lo dado, de recuperar esa Fe que se fue con tu placenta derechito al tacho de la sala de parto. Entonces es cuando pienso que acá el tema es dejarse llevar y que el “hacer cuentas” previo a cada paso no me tiene que distraer de lo que me gusta y especialmente de los que me quieren, porque no es divertido que te cuenten los abrazos que te perdiste… y hablo de los que valen la pena, no de esas rifas que sacas siempre en cualquier noche de Gloria.
El tren de los Escondidos es un impulso que me hace escribir para los que apostamos siguiendo corazonadas, a los que nos lastiman los manuales de cálculos, para los que en varios tramos del viaje nos paramos al costado de toda esta mierda. Para los Postergados, los Desheredados y todos los que estamos en la vereda opuesta a los “Hombres de éxito”, enfrentados a tipos que llegaron tarde al reparto de ángeles y que ligan en todas las manos pero que no tienen la picardía de jugar sin cartas, que no saben ir al frente sin mirar antes el tanteador porque para ellos especular es la esencia del juego. No gracias, paso. Me motiva no tener mapas y creer en el apetito voraz por la Revolución (en mayúscula y en minúscula, no busco grandes cruzadas, solo un par de risas inmotivadas) y entender que tu vida se puede ir por la bocacalle de la próxima esquina y aceptar que la parte mala del amor no es que otro pueda gobernar tus estados de ánimo (un beso que no llegó puede secar tu uva) sino que se termine. Jamás nos van a arrancar la amistad, los bares, las miradas sin telones, el reírnos de nosotros mismos y alguna que otra humilde conquista personal, como ser soñado por la chica más atractiva de la cuadra o recibir el elogio trasnochado pero honesto de un desconocido que ni siquiera sabe como llegaste a compartir una mesa con él. Bueno, si alguna vez tuviste conciencia de estar viviendo uno de esos extraños segundos de ganas de disfrutar y de cambiar el póster oxidado de tu pieza e ir por lo nuevo… entonces sentite afortunado! Por lo menos tuviste una pista de que existe algo distinto, algo que no tiene nada que ver con tu cotidianeidad opaca, con tus acciones agendadas, con tu vida de calendario en donde tenes días para divertirte marcados en rojo… lo que yo digo es que vayamos por lo otro, por el premio mayor, a torta o caca, aunque el intento nos deje rengo.

Que los canallas no nos fumen la alegría

Yo por mi parte me subo a las ganas de acariciarte

Salud y que sea lo que tenga que ser, aunque eso incluya hacer un puto blog

Rufián Melancólico

Monday, October 09, 2006

Milagro
Después del tijeretazo lo metió en un bols y tuvo la certeza que lo suyo era un trabajo indecente. Durante todo el drama fue conciente que era la primera vez que pensaba en el asunto pero en ese instante imaginar otra vida era un lujo que nadie fiaba. Ella le gritó que lo tuvo colgando entre sus piernas como veinte minutos. Él le lloró que solo pudo sostener la mano de ella y descreer de lo que veía.
En la ambulancia nadie hablo. Con un saludo mecánico despidió la camilla. Se preocupo de que sus ojos no hagan blanco en los de él. Se sentó en un banco del estacionamiento sabiendo que no haría el próximo viaje. Prendió un cigarrillo y odió al mundo por tercera vez en la tarde. Hizo un repaso por su memoria para acordarse de la última pitada tan amarga como ésta pero el esfuerzo fue en vano. No pudo seguir fumando.
De repente le dieron ganas de ir hasta Maternidad y preguntar como iban las cosas pero un reflejo inexplicable, y quizás conveniente, hizo que se insulte por la idea. Se distrajo mirando un perro rengo. Enseguida le cruzo por la cabeza la idea de proponer un proyecto al municipio que obligue a la matanza indiscriminada de los perros rengos de la calle. Todo vecino que se precie de querer a su comunidad tenía el deber y la obligación moral de aniquilar a todo perro fallado. Acaso hay otro espectáculo más desagradable que ver el andar cojeante de un can mugriento se pregunto, y se dibujo en su cara la primer mueca del día. Se puteo de nuevo porque la idea no iba a aflojar y se dejo ganar.
Miró las paredes y empezó a leer. “aca nasio agustina a las 12:45 y peso 2,850”. “nacio martin el incha numero 1 de racing”. “gracias colo por hacerme el papa mas felis del mundo”. Se sintió peor y entendió que la ortografía no servía para nada, que era una jactancia de los cobardes que no saben escribir con el corazón y entonces buscan perfección pasteurizada en refugios gramaticales. No pudo contener las ganas de salir corriendo de ese lugar y al darse la vuelta golpeo con su hombro a un noviecito de algún familiar cercano. Ni se dio cuenta del bruto contacto y siguió la marcha de su escapatoria. En los ojos del muchacho se intuía que no quería estar ahí pero su novia quería quedarse con su hermano, él quería quedarse con su mujer y algo maldito se quedo con el milagro.

Monday, September 11, 2006

Primera cita
Brindemos por lo imprevisto, se adelantó La Estudiante de Psicología y a ninguno se le ocurrió contradecirla. Leo lo entendió y El gordo V. no. El gordo V. se sentía particularmente bien ese martes a las 7 de la tarde. Lo ponía de muy buen humor estar en el bar con Leo, con quien compartía la mayoría de las horas del día. La Estudiante de Psicología pensó que "ir a tomar un café" sería otra cosa. Solos, una conversación interesante, la seducción haciendo su trabajo y quizás un beso de película, de esos que no dejan baba en la cara. Leo solo quería llegar a las dos cifras en el rubro Compañeras de Trabajo. ¿Sale una fresca a la salida? Latiguillo preferido de El gordo V. Leo no pudo decir que no y era obvio, no hay lugar para otra cosa entre camaradería de ese calibre pero igual se permitió pensar que ese culo no merecía esperar. El Gordo V. lo entendería. Siempre lo entendió.
Por que no desistió cuando se entero que no venía solo pensó Leo mientras La Estudiante de Psicología se preguntó qué mierda será eso de peinar en el box y El Gordo V. contaba entre risotadas las andanzas de un compañero. Leo estaba confiado que después de la segunda se iría, la situación era clara y se iba a dar cuenta que sobraba. Los guiños entre amigos son el mejor invento de la humanidad junto a las puteadas se dijo para él.
La Estudiante de Psicología aborrecía el fútbol pero aceptaba que no tenía ningún motivo para hacerlo, no siendo, claro, conversaciones como la que estaba presenciando en donde, aparentemente, se tiene como intención imponer los propios colores hablando muy fuerte y haciendo referencias constantes a que el otro es un puto o un vigilante.
Después de la tercera El Gordo V. comenzó a brillar. Él mismo se daba cuenta de su gracia y talento para esparcir chismes laborales sobre presuntas encamadas y cosas de ese estilo. Leo comenzó a sospechar que no se iría.
La Estudiante de Psicología no entendía las ideas que tienen los hombres sobre el alcohol pero sabía que algo tienen que ver con el hecho de que vivan menos y mal.
Justo cuando a Leo lo empezaron a calentar unos lunares en el hombro derecho de La Estudiante de Psicología de dudoso buen gusto, lo interrumpió una voz aguda que sonaba estrepitosamente molesta. ¡Que haces desaparecido! ¡Hola Clau! Se apresuró a saludar El Gordo V. y le suplicó con la mirada que lo acompañe a comprar cigarrillos. Claudia entendió perfectamente y solo agregó que se iba porque estaba apurada no sin antes decirle a Leo que se cuide. Leo le dijo que haría todo lo posible y disparó esa sonrisa que le hacía ganar partidos sin la ayuda de nadie más. Las dos sufrieron bajas considerables.
Comenzó el tiempo de Leo. Era un gran charlador, que es muy distinto a ser un charlatán. Tenía bastantes conocimientos académicos pero los mechaba con vulgaridades y chistes absurdos. Se las arreglaba para no aburrir y como que iba conquistando sin querer.
No supo como llegaron la cuarta y la quinta pero ya había seis sobre la mesa. Una por la mitad. A La Estudiante de Psicología le gustaba cada vez más pero solo miradas sugerentes, ni siquiera seguirla al baño. El Gordo V. seguía en la suya, pero a esa altura se le hacía difícil pronunciar las vocales.
Demasiado para una primera cita pensó La Estudiante de Psicología. Saludó con su mejor cara de afiche, beso en la mejilla por dos con un agregado para Leo: Gracias por el café.
El gordo V. sintió que había cagado la fruta. Eso le recordó algo y se tiró un pedo. Pensé que no se iba más, dijo leo. Vació su vaso y pidió otra.

Wednesday, September 06, 2006

Expectativas

Ella me sano.
Y esperaba que con eso el barro dejara de ser mi piel favorita
Pero aquí no estamos en un outlet de intenciones nobles le escribí una vez.
No lo conseguí ni aún preocupándome en el asunto
Y ella tampoco consiguió lo que buscaba.

Nos dejamos por cansancio (mío de que no se canse)
Y abusamos de las escenas de despedidas
(incluso le dije que la quería)

Quede huérfano por tercera vez
y en mi desmadre, ciego aposté
a que el desamparo suene más divertido.

Nos regalamos un bonus track de baba y sudor y
ese fue el fin.

Nadie sale silbando de un saqueo semejante, lo supe siempre,
y me fui gateando para disimular
la cojera
que
me pego.

Mi bruteza se mostró chocha
al oírme pidiendo asilo de nuevo
Y me preparó un “pack de bienvenida”
Que incluyo una roteishon por las peores camas
y
Las
Mejores
Secuencias
De
Drama.

“Volví al cagadero...
donde
corono
siempre”.